jueves, 24 de julio de 2008

Filosofía de la religión y teología.

(La siguiente entrada procede del examen de Filosofía de la Religión, asignatura optativa de segundo curso, que recientemente he realizado. La profesora de dicha asignatura me comentó que le había parecido que "hay alguna cosa poco pensada en tu trabajo pero esta bien conformado" y también me recomendó que "reflxiona[ra] sobre la doble perspectiva de una teología: la inspirada en una revelación -y que se propicia en algunas religiones-, y la que arrastra la propia filosofía por sí misma, que no es tanto un error de concepto como una problematicidad de base en la propia filosofía..." ya que esta era una cuestión que "no está claramente expuesta y pensada en tu trabajo, y da lugar a juicios demasiado conclusivos...". Yo por mi parte no creo haber escrito sin pensar lo suficiente, no obstante, me parece interesante proponer una discusión en torno al tema para poder repensarlo si alguien me ofrece ideas distintas. Por supuesto, no hay que interpretarlo como un intento de ofrecer un texto completo y definitivo sobre el tema, tan solo como un punto de partida sobre el que discutir temas. Aquí os lo dejo.)


La filosofía de la religión y la teología son dos tipos de discurso que indirectamente y en parte, pueden tratar del mismo objeto, pero siempre con una metodología distinta, con un status epistemológico diferente, y una función social y antropológica divergente.

Por un lado, teología es una palabra compuesta que deriva del griego, θεος, theos, «dios»; + λογος, logos, «estudio». Se suele usar esa palabra para denotar a las distintas disciplinas que se dedican o han dedicado al estudio de la idea de dios. Los filósofos griegos que inventaron y usaron la palabra teología para referirse de manera general al estudio de la divinidad por medio de la razón, la utilizaban en contraposición a los mitos religiosos propios de sus poetas coetáneos.

Platón y Aristóteles pensaron que la razón y la filosofía podían dedicarse al estudio de la divinidad, que las reglas del ser aplicadas al estudio de los máximos de la realidad daban lugar a la teología del mismo modo que esas reglas aplicadas a la materia o a lo que está en el mundo daban lugar a la ontología.

Los filósofos clásicos carecían de una doctrina religiosa oficial o iglesia, y además carecían de una idea de origen o fin del mundo, por lo que no pensaban en la divinidad como origen o creador del mundo, pues pese a que la mitología religiosa griega si que hablaba de un comienzo del mundo a través de una ontogonía relatada, lo cierto es que los filósofos generalmente renegaban de estas opiniones naturales en pro de una concepción cíclica y eterna del mundo, pues construían su racionalidad sobre el supuesto de que era posible una explicación del mundo estructurada estáticamente que permitiese saber qué son las cosas en su verdad y poder decirlas con palabras verdaderas.

En este contexto, la idea de dios que funcionaba en la filosofía era la idea de un ser perfecto que se encontraba separado del mundo material e indiferente a este. Como decíamos, no un dios creador, sino culminación de la realidad o realidad excelente, pero no obstante relacionado con el mundo en tanto que modelo al que tiende el dinamismo de lo real o por así decirlo, aquello a lo que se quieren parecer las cosas en su desarrollarse. Así pues, la teología que de esto se desprendía era una especie de filosofía primera que versaba sobre la última dimensión del ser de las cosas, el ser como acto puro.

Posteriormente, la entrada en juego de las ideas religiosas judeo-cristianas cambió el panorama de la teología. El nuevo paradigma religioso trajo consigo la idea de creación del mundo por el ser divino y a su vez la reintroducción del antropomorfismo de la divinidad. El dios judeo-cristiano revelado, como dios personal que atiende a las oraciones de los adeptos y se preocupa de todo lo que ocurre en el mundo omnipotente, omnipresente y omniscientemente, se convierte en el nuevo centro de la comprensión del mundo, y la teología se hace a través de los datos que la religión revelada le proporciona, de modo que esta teología se convierte en una teología sobrenatural, que trata los dogmas y misterios presentados en los evangelios como el dogma de la transubstanciación, que se define como “la conversión maravillosa y singular de toda la sustancia del pan en el cuerpo de Cristo y de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo sólo la especie del pan y del vino”, o el dogma de la santísima trinidad que afirma que “Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. Junto a esta teología revelada, persiste una teología filosófica o natural, que se concibe como sierva de la revelada (por ejemplo Tomás de Aquino utilizó esta jerarquización) en tanto que le proporciona las herramientas conceptuales a la superior o trata de encontrar pruebas racionales de la existencia del dios cristiano revelado, o trata de esclarecer filosóficamente los atributos de la idea de dios que se derivan de la teología revelada.

Actualmente, por teología solemos referirnos a la disciplina que se estudia en las facultades de teología, es decir, una disciplina que sigue ocupándose del estudio de la palabra escrita en la biblia y de la interpretación que la iglesia católica hace de esta palabra.

Por contra, la filosofía de la religión es una disciplina como tal mucho más moderna, en el pleno sentido de la palabra, pues surgió en la época moderna.

No quiere decirse que los filósofos clásicos no tuvieran el tema de la religión en alguna de sus reflexiones. Así por ejemplo, Platón criticaba la educación religiosa de los niños en el relato mítico que ejercían las nodrizas por ofrecer una imagen deformada y antropomórfica de los dioses y por transmitir unos valores inadecuados a la polis e incompatibles con las buenas costumbres. Asimismo, Aristóteles contrapone el mito religioso como modo de hablar de las cosas de forma relatada al logos filosófico que explica las cosas y sus razones.

No obstante, la filosofía de la religión como estudio filosófico del fenómeno antropológico y cultural que es la religión, no aparece hasta bien avanzada la modernidad, y todo ello propiciado por el desarrollo de la sociología y la antropología como disciplinas científicas y también propiciado por la desteologización de la filosofía que promueven Descartes, Hume, Kant y otros que consideraron a la idea de dios como inadecuada a los criterios racionales, desplazando la mirada filosófica hacia los temas religiosos.

La filosofía de la religión ha tratado temas como el surgimiento de la religiosidad en la especie humana, claudicando ante la imposibilidad de esclarecer este punto. No obstante, ha constatado que allí donde haya humanos o los haya habido, siempre hay manifestaciones de algún tipo de religiosidad.

En el siglo XIX algunas aportaciones a la filosofía de la religión abordaron el estudio de las religiones en clave sociológica descalificando el componente sobrenatural que las religiones se autoatribuyen. Por ejemplo Comte proponía su teoría de los tres estadios históricos de desarrollo de la humanidad en la que establecía que la humanidad tendía a atravesar un primer estadio mítico-religioso y un segundo estadio filosófico en su desarrollo para finalmente adentrarse en el estadio científico propio de la era moderna y que consistía en el estadio deseable.

Del mismo modo, teóricos como Mühller, Tylor o Frazer han aportado a la filosofía de la religión distinciones como que el mito trata sobre aquello que se le escapa al hombre y que se concreta en patologías del lenguaje cuyo significado se ha olvidado y que se erigen en divinidades; o como que la religión es la referencia que hace la vida humana a través de la creencia hacia seres espirituales; o como que la magia es el origen de la religión pues esta es la sublimación o racionalización de la magia en tanto que actitud práctica hacia poderes sobrenaturales a los que hay que tener propicios para que adecuen la naturaleza a nuestros deseos.

Los autores modernos que hicieron antropología o filosofía de la religión fueron generalmente suscriptores de una tesis reduccionista a cerca del hecho religioso. Pensaron que se podía reducir la religión a explicaciones antropológicas o sociológicas.

Por contra hay otra corriente de autores a los que ahora se enmarca en lo que se conoce como fenomenología de la religión. Los primeros autores de esta corriente querían hacer estudios comparados de las religiones a través de su observación directa para extraer conclusiones generales a cerca de todas ellas. Conclusiones del tipo: “es universal a las religiones la creencia en fuerzas sobrenaturales” o “es universal a las religiones la adoración a esas fuerzas sobrenaturales”. Sin embargo, el programa fenomenológico que se impuso es aquel que trata de mostrar la irreductibilidad del hecho religioso, programa que algunos autores como Martín Velasco incluso diferencian del general de la filosofía de la religión.


Saludos veraniegos para todos.