martes, 26 de agosto de 2008

SEXO, PODER, REBELDÍA


Como va llegando el lejano septiembre que nunca es tan lejano, y necesito mil excusas para no coger nada que se parezca a un libro de la carrera, me permito actualizar nuestro querido y antiacadémico blog – analítico par algunos, metafísico para otros, posmoderno para los de más allá... impredecible y dionisíaco siempre – inspirado, decía, en una conversación que mantuvimos HVG y servidor camino a Gandía, en uno de esos múltiples viajes que el IIIW realiza a lo largo de la geografía valenciana para estudiar más de cerca al hombre – por desgracia, la mujer no suele dejarse estudiar – y con el objetivo de que nada de lo humano nos sea ajeno. Total, que me ha salido esta entrada un poco comercial, a ver si se reenganchan nuestro enemigos y fans habituales:

El sexo puede ser peligroso para el orden establecido. Sea cual sea. La iglesia lo sabía bien en los tiempos en que su código moral único era el discurso dominante. Su eficaz control sobre los cuerpos, basado sobre todo en una concepción radicalmente negativa del cuerpo y la sexualidad, consiguió que la gente, de puertas para afuera, se tocara lo menos posible, o se tocara a su manera (para reproducirse y adorando el misionero). Por supuesto – porque somos como somos y nos dan gustito los orgasmos – hecha la ley hecha la trampa: el orden burgués, puritano y trabajador, se encargó de crear sus propios mecanismos de evasión, dirigidos al patriarca – la dominación del deseo de la mujer, y me pongo feminista, era una constante – con su doble moral, sus amantes y sus putas. Que para algo se podía ir a misa los domingos y formatear los pecados. Pero, no obstante, es innegable que había un discurso oficial represor que caló hondo en muchos bienintencionados ciudadanos que vieron limitadas sus potencialidades sexuales hasta el aburrimiento, el hastío y las pajas sin ilusión ni esperanzas.

En esta misma línea, el deseo – que por aquel entonces no era tan rentable como ahora y Almodóvar no podía sacarle tanto partido – era la amenaza más grande para ese mismo orden burgués, inalterable, ordenado, estático, perfecto. La ataraxia burguesa, ese estado anímico que te aseguraba estar en el camino del bien, sin ninguna amenaza que perturbara la tranquilidad de un estilo de vida prefabricado e inmutable, se veía amenazada por el deseo, que había que reprimir, ignorar o canalizar de una forma correcta. Porque si se le hacía caso, era capaz de derribar todo ese esquema mental cimentado sobre el esfuerzo, el sacrificio y la apatía. En fin, que follar podía ser un acto de rebeldía. Cuando Winston Smith, en la novela de Orwell 1984 se tira a no sé quién (en un mundo en que está prohibido y estigmatizado) dice algo así como que era un acto político. Como ir a una manifestación (cuando hacían daño) o tirar un cóctel molotov. Y tiene razón: en la España franquista suponía decir no al miedo, reencontrarse con el cuerpo, con la libertad individual y todas sus potencialidades de placer jamás imaginadas. Ser dueño de uno mismo, de lo que más le pertenece. De la única propiedad privada que, en mi opinión, legítimamente disponemos: nuestro cuerpo y la capacidad de hacer con él lo que nos dé la gana, sin injerencias ni presiones. Vamos, que en los estrechos márgenes que el código moral único ofrecía, fornicar, copular y/o practicar sexo permitía abrir una grieta contra el sistema, una forma de no dejarse dominar. Una venganza.

Pero los tiempos han cambiado, y no azarosamente. Como nuestros analistas sociales favoritos dirían, hemos pasado del código moral único al sano pluralismo moral, al buen rollo y al café para todos. Todos somos felices, todos hacemos lo que nos da la gana (pero qué casualidad, ¡todos hacemos lo mismo!). Muerto el perro se acabó la rabia: masturbarse, practicar felaciones o sodomizar alegremente a un maromo de pelo en pecho (un bear, que se dice en el mundillo), no supone acto de rebeldía alguno, porque ya no hay nada hacia lo que rebelarse. Estamos en tiempos de tolerancia y fraternidad. Hemos alcanzado, por fin, el Bien y la Verdad (y podemos, además, enseñarlo en forma de Educación para la Ciudadanía), y si no disfrutamos de nuestra sexualidad es porque simplemente no hemos procesado correctamente la abundante información que los gurús del respeto y la diversidad nos ofrecen a todas horas. ¿O no?
Todo está permitido y tolerado, de acuerdo, pero igual ése es el problema. La asimilación que el sistema ha podido hacer de conductas sexuales que en un primer momento le fueron adversas. Y aquí entra Foucault:

Aldoux Huxley, en una entrevista en que hablaba de la visión del sexo en su mundo feliz (recordemos que allí, casi como aquí, los chavales empiezan a acostarse desde muy muy jóvenes, y siempre promiscuamente), decía que conforme más se limitan el resto de libertades, más tiende a aumentar nuestra percepción positiva – superficial – de la libertad sexual de que disponemos. Hoy, Foucault y yo pensamos que ocurre lo mismo: nuestra autocomplaciente sociedad está convencida de que tenemos total libertad sexual, pero... ¿de verdad es cierto? ¿qué libertad concreta se nos ofrece? ¿cómo se canalizan nuestras pulsiones?
Tenemos mayor libertad que en el puritanismo franquista, qué duda cabe. El capitalismo, como ya vaticinarion Marx y Engels en el manifiesto comunista, no necesita de ningún código moral único, antes bien: erosiona constantemente los valores tradicionales y los sustiuye conforme a las necesidades del momento. Y esto no es, si no eres cristiano o impotente, necesariamente malo. Además de esto, hay enormes industrias – desde el porno hasta los fabricantes de condones (que al final acabaremos follando con guantes de látex y mascarillas por miedo a pegarnos un constipado), pasando por fabricantes de consoladores de cristal para féminas en celo, valorados en unos 200 euros, ¡nosotras parimos, nosotras decidimos! – a los que el sexo les sale muy rentable. Pero esta libertad sexual que el sistema nos ofrece, sigue siendo tan limitante y poco peligrosa para el orden establecido como lo era la vida sexual de mis abuelos.

Las categorías se han multiplicado. Hoy somos heteros, homosexuales, queer, bisexuales, zoofílicos, pajeros, guarras, pervertidos, etc. Todo menos personas que hacen lo que les da la gana cuando les da la gana y con quien les da la gana. Cada categoría tiene su contenido, sus características, sus prácticas tolerables. Casi todos, la primera vez, lo hacemos siguiendo el modelo de alguna peli porno que le pillamos a nuestros padres (a nuestro padre, concretamente) o de alguna película de hollywood que echaban en antena 3 el día anterior. Sigue habiendo prejuicios generalizados y tabús (el sexo anal, el sado, el maso, los bukakkes...), y, cuando estos prejuicios generalizados desaparecen en algunos visionarios, en seguida viene la tentación de adscribirse a algún movimiento que haya por la red y que ofrezca la píldora que satisfaga todas sus perversiones inconfesables. Lo que quiero decir es que el sexo, hoy día, viene a ser como el soma, esa droga del mundo feliz que tiene todas las ventajas del cristianismo y ninguno de sus inconvientes: su función individual, de auto-descubrimiento y de sus posibilidades casi ilimitadas de placer, se canaliza hacia una visión tolerada socialmente que limite sus posibilidades al desahogo de presiones acumuladas – cosa que está muy bien, pero el sexo da para más – y evite, como al currante que su única vía de escape es ver el fútbol los domingos, pensar más de la cuenta. Nos pensamos muy libres porque podemos hacerlo cuando queramos, pero ¡qué casualidad que lo solemos hacer todos con la misma regularidad y casi casi del mismo modo! No, no es gratuíto: es dirigido.

Por supuesto, no estoy añorando – como lo hacen la mayoría de moralistas – unas “sociedades moralmente más fuertes” (puaj) o que el sexo sólo es positivo y enriquecedor cuando fomenta vínculos con la otra persona, como la confianza y el respeto. Esto me da igual, me dan igual los niños promiscuos e insensibles del mundo feliz. No es ése el problema. Lo que añoro es algo que creo no ha existido generalizadamente en ninguna sociedad, aunque nos vendan que ahora sí. Añoro reencontrarse con la esencia del sexo: desordenada, caótica, impredecible, inclasificable, sorprendente, dionisíaca. Sin etiquetas. Sin límites. Sin aparatos demasiado sofisticados, a ser posible. Y frecuentemente. Porque si en algo se parece este orden a la fortaleza del antiguo orden burgués, es que teme a lo dionisíaco y fomenta una conducta que persigue una felicidad inalcanzable, siempre futura, basada en conseguir trabajo estable y bien remunerado y, a ser posible, una familia que te quiera un poquito con la que poder irte al chalet los domingos. Todo menos el YA, el AHORA, el HOY. El buen hedonismo, el peligroso. Se sigue fomentando lo apolíneo y lo estable (por eso, entre otras cosas, venden tanto los libros de autoayuda).

En fin, ya acabo. Con Foucault, que para eso lo he nombrado. Seguimos en sociedades disciplinadas, que aspiran a disciplinar algo tan indisciplinable como el sexo. Por eso crean la sexualidad, que es una conducta, a base de categorías: eres hetero, haz esto; eres gayer, haz lo otro; eres pederasta, ven que te curemos. Sexo ordenadito y clasificado. Sobreinformación y más consejos de los necesarios. Esto está bien, pero no es peligroso; es limitante. Da placer, pero menos del que se puede conseguir. Y es tan políticamente correcto que da asco.

Y dicho esto, lo confieso: necesito un polvo.

Como podéis ver, lo de los argumentos y las tesis claras y ordenadas os toca sacarlo a vosotros. Podría haberlo estructurado mejor, pero así hermeneutizáis un poco y os metéis conmigo. Por cierto, espero que More_ complete esta entrada con alguna gilipollez (es cariñoso :P) de su querido Onfray, y que Irrelevante matice con Foucault que para eso se ha leído un libro suyo este verano. Besos y tocamientos desordenados y caóticos para todos.

- J a V i -


27 comentarios:

Adolfo dijo...

¡Miedo me dáis!

Cuando os juntáis tu y HVG cualquier cosa es posible...

En fin, me alegro de que actualices, pero lamento decirte que tu entrada no es del todo de mi agrado, por eso, aunque no me hayas emplazado a contestar, me veo obligado a comentarte un par de cosillas aunque sea superficialmente porque acto seguido he de ponerme a actualizar un interminable y hastiante inventario.

Sólo quiero hacerte pensar sobre un par de aspectos:

1."Lo que añoro es algo que creo no ha existido generalizadamente en ninguna sociedad, aunque nos vendan que ahora sí. Añoro reencontrarse con la esencia del sexo: desordenada, caótica, impredecible, inclasificable, sorprendente, dionisíaca. Sin etiquetas." No puedes decir que añoras algo que no conoces ni reencontrarte con algo que nunca ha sucedido. No lo tomes como un comentario analítico, te estoy psicoanalizando (creo que te gustará ;)): ¿de donde te has sacado que la esencia del sexo es ser desordenado? Seguro que lo has visto en alguna película. En todo caso te lo has sacado de la manga.

2."Nos pensamos muy libres porque podemos hacerlo cuando queramos, pero ¡qué casualidad que lo solemos hacer todos con la misma regularidad y casi casi del mismo modo! No, no es gratuíto: es dirigido." Entre esto y lo de que necesitas un polvo, me pregunto contra quién estás dirigiendo tu entrada. Hablas del buen hedonismo como un hedonismo desordenado pero ni siquiera te has preocupado en entender algo a cerca del hedonismo, ni del epicúreo ni del onfrayano.

Creo que realmente tenéis un trauma con todo este tema, algo que se os ha cortocircuitado en el subconsciente.

Mirároslo.

Besitos adolfianos

LAURITA dijo...

Jjijii, que blog !

Adolfo, no machaques demasiado !

Un besito !

- J a V i - dijo...

Adolfo:

Respecto a 1. El estilo del artículo es bastante literario y no he empleado una terminología, es evidente, muy filosófica. Sé que, en sentido estricto, no se puede añorar, por definición, algo que no ha existido. Pero, erratas lingüísticas a parte, no sé qué está mal de ese párrafo. Tómatelo como una terrible desviación literaria. Y claro que sí, el párrafo expresa un deseo mío antes que ningún tipo de constatación. ¿y qué?
Respecto a lo de la esencia, más de lo mismo. No hablo de esencias platónicas. Hablo de lo que, para mí (el artículo es muy subjetivo, y no hay nada malo en ello) representa lo mejor del sexo, su potencial, sus posibilidades, su esencia. Y contra una visión oficial del sexo compartimentada, dividida y clasificada constantemente, prefiero una desordenada, caótica y más espontánea.

2. De 2. en adelante se te ha ido la olla, Adolfo. Creo que no vale la pena comentar nada al respecto.

boly dijo...

añorar.

(Del cat. enyorar).

1. tr. Recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido. U. t. c. intr.

"Lo que añoro es algo que creo no ha existido generalizadamente en ninguna sociedad, aunque nos vendan que ahora sí."

¿Cómo puedes añorar algo que dices nunca ha existido?

¿No podría ese ideal sucumbir a otra etiqueta más? ¿No es todo a fin de cuentas etiquetable?

En Queer as folk (versión yanki, y desde mi más profunda ignorancia) he visto muy a menudo, durante las cinco temporadas que dura, una serie de libertades sexuales muy amplia, como por ejemplo, aquella escena mítica en la que el exnovio drogadicto de Ted se la chupa en unos probadores (con sombra explícita incluida y una dependienta partiéndose el hojaldre). Pero aun a pesar de esas libertades, en varias conversaciones que he tenido sobre la serie se le ha acusado de estereotipar demasiado al mundo gay. A ese desmelenarse y a la improvisación en los lugares más anómalos se le imponía una etiqueta. A lo que tu llamas desordenado, caótico, impredecible, inclasificable, sorprendente, dionisíaco... a eso, lo etiquetaron y se quedaron tan anchos.

Las etiquetas precisamente son prejuicios e ignorancia, y esos prejuicios se dan de unos ámbitos a otros. Diría Nagel que uno no puede saber que es ser una guarra si no es de hecho una guarra, ¿qué es ser una guarra? Para saberlo hay que ser una guarra (las guarras también tienen sentimientos, aunque generalmente se diga que no). Detrás de las etiquetas hay un mundo, y en ese mundo puede o no estar la conducta sexual determinada: en el mundo gay los hay predecibles e impredecibles, y en el mundo hetero, también, así como en los restantes ámbitos de uso. Digo yo que depende de la persona y de lo que ella desee: hay personas que adoran lo predecible, porque sin control se desmoronan, y hay personas que no soportan una vida controlada, sea o no conducta sexual de lo que hablemos.

Las etiquetas son algo demasiado superficial que en mi opinión pocas veces se refleja en la realidad. En cualquiera de esos ámbitos va a existir ese desmelenarse, todo depende de la pareja que lo practique. El hecho de no practicarlo puede ser de hecho practicarlo, porque cuando lo que manda es el control y la sencillez, y además funciona bien, muy estúpido sería intentar una conducta que no te atrae lo más mínimo. ¿Si así eres feliz por qué vas a cambiar? ¿No sería ese cambiar una determinación externa a los individuos? Al menos en algunos casos, y ello implicaría todo lo contrario: esa libertad extrema, como impredecible, puede ser lo predecible.

En otras palabras: desmelenate si te sale de la polla.

Adolfo dijo...

A bueno, vale. Si resulta que el texto es simplemente un "me gustaría que las cosas fueran así y asá" pues entonces nada hombre. Ya escribiré yo un texto comentando mis gustos sexuales para dar un poco más de color, porque los tuyos me resultan sosos.

De todos modos, yo no se para que escribo. Si te he dicho 'no lo tomes como un comentario analítico', no se por qué ahora me vienes con eso de las erratas lingüísticas. Lo que he dicho es que estás confundiendo tu imagen deseada del sexo con lo que este es (y que conste que yo no creo que el sexo sea ni deba ser nada). Aunque ya veo que en esto estamos de acuerdo.

Por otro lado, si lo del punto 2 se resuelve con que se me ha ido la olla igualmente fácil es la contestación: 'y tú más, ñañaña'.

Hablas de una visión oficial del sexo, compartimentada y tal y tal, y das por sentado que la gente piensa que 'hay libertad sexual'. Quizás no te has planteado que hay gente como yo que opina todo lo contrario, es decir, que no hay libertad sexual. ¿Cual es la visión oficial? La que tu crees qu es (en ningún momento dices de donde has sacado esa visión oficial), o la que yo creo que es?

En fin.

boly dijo...

Vaya, vaya, así que el Adolfin se me ha adelantado a hacer la crítica rebuscada y absurda entorno al "añorar"... ya le vale. Pues nada, que sepas que eres un rebuscado de mierda, y por tanto, casi tan trollaco como yo (no se queda tan lejos del defecar de antaño).

Que poca moralidad la tuya, por dios =(.

- J a V i - dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
- J a V i - dijo...

Adolfo:

Es que más allá de la crítica lingüística no sé a qué te referías con eso de que me estabas psicoanalizando. De todos modos, ya te he dicho a lo que me refería con esencia y tal. En general, no sé a qué viene tanta agresividad por tu parte. Lo de se te ha ido la olla era una forma de evitar una absurda discusión justificándote por qué en ningún momento el texto habla de tus relaciones hedonistas.

P.D.: saludos post-veraniegos a bolapeluda, que me ha hecho feliz citando a la R.A.E. A partir de ahora prometo meter una incongruencia en cada entrada como minijuego.

Adolfo dijo...

Amorcin. La agresividad viene dada por la quemazón que produce la reiterada insistencia por parte tuya y de otros en hablar de cosas que desconocéis absolutamente.

De todos modos, no me he dado por aludido con tu entrada, sin embargo me parece que ya la cosa se pasa de castaño a oscuro cuando hablas del 'buen hedonista' y tal y sobre todo porque te has dedicado a poner el sexo al servicio de otros valores que supones superiores. El sexo no tiene por qué tener por objetivo derrocar el sistema establecido. Nada tiene por qué tener ese objetivo. Y si tanto te interesa derrocar el sistema establecido, mejor harías diciendo por qué hay que derrocarlo (pues a lo mejor no encuentras una razón convincente, o si y eso te ayuda) y planteándote cuáles son las mejores opciones, pues a lo mejor el tema del sexo no es la cuestión más efectiva.

Y no nos vendas 'tu idea' de lo que debería ser el sexo como si fuera una cuestión filosófica arduamente reflexionada si simplemente estás exponiendo tus gustos.

El sexo no es lo que piensas. Tampoco el amor. Tus 'pulsiones' si es que hay algo a lo que me pueda referir con esa palabra, no son lo que piensas. Todas esas cosas no son lo que piensas, son lo que te sucede.

boly dijo...

¡Cuánta agresividad! Habrá que tener cuidado de ahora en adelante de no hablar de sexo con el señor Llopis, si es que valoramos nuestra dignidad.

¡Miedo me das!

Por otro lado, cabe la remota posibildiad de que las preferencias personales de javi sean universales y necesarias.

--> Ajá! esta vez yo rebusco primero.

- J a V i - dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
more_ dijo...

¡Hola Tercerwittgensteinianos!

Primeramente: Javi, me alegro mucho de que hayas actualizado el blog y de que nos traigas este tema tan trascendental y putiférico a la vez.

Hoy me has pillado con la guardia baja y no estoy muy crítica; de hecho, ya te he comentado en privado que incluso creo que tienes algo de razón en ciertos puntos (¡aunque no mereces que te la dé, por todo el cachondeito que te llevas con las referencias a mi persona!).

No me parece tan escandaloso y tan poco acertado, como Adolfo opina, pensar que la gente de a pié (de verdad, existe, salid por mi barrio y lo comprobaréis) se siente liberada sexualmente. Cada uno siente que puede hacer lo que quiera y, además, también reconoce el derecho de los demás a hacer lo que les venga en gana (¡ojo! siempre teniendo en cuenta el consabido "tu libertad acaba donde comienza la mía"). Tanto hombres como mujeres pueden salir un fin de semana y echar un polvo con quien se les antoje (o con quien les permita su calidad genética...); pueden ver porno a todas horas, de forma gratuita en televisión y libremente en Youporn, ¡incluso pueden comprar anillas vibradoras asépticas de usar y tirar en un sitio tan respetable como una farmacia por el módico precio de 7€!. ¡Esto sí que es la sociedad del bienestar y lo demás son tonterías!

¿O acaso no os habíais dado cuenta de que el capitalismo* se ha metido también en nuestras camas? ¡Ha llegado a nuestros dormitorios el bienestar sexual! Y si no lo veis claro, que nos lo cuenten los de Durex, que anuncian su última gama de vibradores bajo el siguiente reclamo:

Conoce, descubre, disfruta
Nuevos placeres y sensaciones
Consigue el bienestar sexual
Llena tu vida de buenas vibraciones


¿No os parece tremendamente tentador poder llenar de nuevo vuestras carencias a base de consumismo? ¡Esto sí que es orgásmico!

Por cierto, ya que estoy hablando de Durex, aprovecharé para apoyar mi anterior afirmación, esa referente al sentimiento de libertad sexual compartido, con un dato extraído del informe sobre Bienestar Sexual de 2007/2008 de esta empresa: por una parte, parece que un 51% de los españolitos no está satisfecho con su vida sexual y les gustaría añadir algunos extras (¿serán éstos vibratorios y de usar y tirar?), pero, no obstante, un 76% se siente desinhibido en lo que a asuntos de cama se refiere.

Y creo que en este punto Javi y yo nos preguntamos: ¿y por qué todo el vulgo suele hacer lo mismo? Yo creo que la respuesta es fácil: porque así lo eligen. Pero, ¡cuidado! porque esta no parece una elección genuina, sino que se acerca más a una aceptación de lo les están vendiendo, tanto en el mercado material como en el mercado de los valores. ¿Dónde queda el momento creador? ¿Qué está ocurriendo con el sexo en esta sociedad de pluralismo moral?

Os juro por Onfray que jamás pensé que podría decir esto seriamente...: creo firmemente que lo que ocurre es que hay un Kant en el sexo. ¡Incluso hay unos mínimos y unos máximos! Como todos podemos intuir ya, entre esos mínimos se encuentran necesariamente las personas como fin en sí mismo, la intrínseca dignidad humana y demás pamplinadas por el estilo. ¿Pensabais seriamente en construir la libertad sexual sobre ellos? ¿Pensasteis, acaso, alguna vez en construir algún tipo de libertad sobre esto? Quizás no sea tarea imposible, pero desde luego, se me antoja harto difícil y un tanto falso.

Mi explicación ante la paradoja entre esta libertad sexual y la homogeneidad reinante en las prácticas sexuales tendría fundamentalmente una base moral: si todo el mundo comparte unos mínimos, los máximos podrán ser diferentes, pero no demasiado... Y si a esto le sumamos los intereses de la industria y la clase política, así como la irreflexión del vulgo (borreguismo, creo que lo llaman), me parece bastante comprensible el hecho de que aunque la gente pueda hacer lo que le venga en gana**, haya cosas que ni siquiera se las planteen.

Y esto también tiene que ver, ciertamente, con las etiquetas. ¡Ay, Javi, me has dado donde me duele! Aunque yo no voy a hacer un manifiesto por el sexo dionisíaco de calidad (y menos aún despreciar las etiquetas para después acabar hablando de esencias...) creo que el sexo ha quedado encasillado de forma rígida al igual que ha ocurrido en muchas otras esferas de la vida como, por ejemplo, las relaciones personales. Existen roles prefabricados a los cuales se pretende que la gente se acople, que queden bien definidos dentro de ellos, pero yo apostaría más por culpar a las ansias platónicas que a una conspiración mundial por controlar al pueblo hasta en sus formas de rebelión más íntimas.

En fin, puede que antaño por echar un polvo salvaje estuvieras siendo rebelde de cierto modo, pero eso es igualmente posible hoy, solo que es más complicado porque existe la creencia de que la batalla por la libertad sexual ya ha sido ganada (y no solo de la libertad sexual, sino de la libertad en general, que es donde me gustaría poner el énfasis). No obstante, no creo que quien esté hoy en día explorando nuevas formas de sexualidad tenga un objetivo político o social.

En otro orden de cosas, con todo el debate que se ha originado en torno al hedonismo me gustaría pedir que se calmaran un poco los humos, por una parte, y, por otra parte, que no se metiera a los hedonistas en todos los fregaos. No obstante, comprendo el cabreo de Adolfo, pues es compartido por mí hasta cierto punto: Javi, leer cosas como el buen hedonismo, el peligroso y considerar que éste es el que trata del YA y poco más no me parece muy acertado. Ser hedonista es perfectamente compatible con un trabajo estable e incluso con una pareja estable: los hedonistas no somos tarados impredecibles que disfrutan únicamente haciendo algo distinto cada día. Pero bueno, creo que bastante brasa ha metido ya Adolfo como para seguir sin antes leer una contestación por tu parte.

Para terminar, me gustaría añadir tres cosas:

Las dos primeras son dos invitaciones de mis amigos de Durex: no dejéis de visitar su página web, pues puede ayudaros mucho con vuestra salud sexual (y haceros ver que es más fácil meter al sexo en un valor consolidado como la salud que directamente darle alguna importancia por sí mismo); además, siguiendo en esta línea de salubridad extrema, podéis participar en un maravilloso concurso: http://www.lavidasexualsana.com/

La tercera y última cosa que me gustaría añadir es para la Bolita Peluda: sé que añoras mis improperios contra algo, por lo que te haré el favor de cagarme en la mierda de industria que se está gestando alrededor del sexo. Me gustan los vibradores, los consoladores, las esposas y las fustas, pero me cago en el jodido pato sadomasoquista y en el vibrador gusiluz infernal.

Un beso para todos.


*Con capitalismo no quiero hacer referencia solamente a la vertiente económica del fenómeno, sino que me gustaría que se reflexionara sobre los cambios de valores que está propiciando el capital para poder abrir nuevos mercados.

**En teoría, por eso de que hay libertad para que cada uno haga lo que quiera siempre que respete al otro; pero en la práctica todos sabemos que suele haber juicios de valor negativos por medio.

- J a V i - dijo...

En fin, no voy a entrar al trapo. El que quiera entender el texto, que lo entienda. Tan sólo aclarar que no estoy diciendo que el sexo tenga que supeditarse a acabar con el sistema. Sólo digo que puede ser peligroso (también puede no serlo y no pasa nada). El texto pretende ser una reflexión sobre la relación entre el sexo y el poder. Nada más.
Lo del buen hedonismo no era ninguna alusión personal, simplemente una contraposición al discurso oficial sobre el placer, revestido en forma de consumismo.
¿Y de verdad hace falta que diga todo esto?

- J a V i - dijo...

Para More_:

Sí, tenéis razón, el término esencia es equívoco y no debería haberlo utilizado. Pero insisto: no lo utilizaba en sentido estricto (mea culpa), sino más bien en lenguaje coloquial. No me quise referir (aunque entiendo que pueda haber dado esa idea) a lo que "le es más propio al sexo" o "lo que les es natural y consustancial" o "lo que lo hace más auténtico". Me refería a sus posibilidades, a prácticas de libertad y a trascender límites. Res més enllà.

Y, por zanjar de una vez lo del hedonismo, tampoco pretendía hacer un alegato de lo que es y debería ser el hedonismo. Puede ser peligroso hablar del "buen hedonismo", pero insisto en que estaba utilizando el término en sentido general, sin mojarme con ninguna teoría. Me refería, lo repito, a un placer más auténtico que al que se nos vende en forma de consumismo. Y a una reivindicación del HOY contra la felicidad futura a la que aspiramos y en la que proyectamos nuestras esperanzas en vez de explotar el presente. Lamento los malentendidos, no pensaba que iba a causarlos.

boly dijo...

"me cago en el jodido"

¡Con "jodido" incluido! Ya soy feliz. Gracias por pensar en mí =).

- J a V i - dijo...

Y tengo que decirlo:
¡Para una puta vez que me pongo hedonista y me caen más broncas que cuando les meto caña!

boly dijo...

Si te consuela, gracias a eso yo al menos me he partido el culo =).

Adolfo dijo...

7.

- J a V i - dijo...

pero de lo que sí se puede, mucho más hay que decir.

boly dijo...

Ignoro lo que detrás de ello se esconde... pero bueno, como soy pesimista pensaré que no es nada bueno, y de ser así... y con razón.

Hacéis que me cuestione lo poco de inteligencia que hay en mí... y eso es mucho más cruel...

(pero aun así fuisteis una bonita distracción)

boly dijo...

Perdonad que os lo pregunte chicas, pero tengos dudas sustanciales sobre la matrícula (mmm... aunque normalmente ignoráis mis dudas :'(, prometo portarme chachi de ahora en adleante, ¿si?).

1º Respecto a las optativas, ¿se pueden usar optativas de tercero para suplir los créditos optativos de 1º y 2º? Por ejemplo, si en 1º son 20 créditos optativos, ¿puedes usar créditos de 2º y 3º para suplirlos?.
2º ¿Puedes coger, optativas de segundo ciclo a falta de un año para terminar el primero? Estás, "lógicamente", no te sirven para los créditos optativos de primer ciclo, ¿o sí?.

En ello me va la beca, que como no haga las cosas bien hostias me voy a llevar...

- SiL - dijo...

Por lo que se, respecto a tu primera duda, las optativas van por ciclos, si hay x créditos de optativas para el primer ciclo puedes completarlos con cualquier asignatura, sea de 1º, 2º o 3º; y respecto a la segunda, puedes coger optativas de quinto en primero si quieres, pero no contaran como créditos optativos de primer ciclo, si no de segundo, o bien como créditos de libre elección, esos que no cuentan para la media y sólo se califican como apto o no apto.

Espero haber resuelto tus dudas, de todas maneras es mejor que estas cosas las preguntes en secretaria, que son ellos quienes controlan el tema, aunque a veces disimulen sólo por el placer de vernos padecer.

Y si me equivoco, que alguien me corrija antes de que sea demasiado tarde para nuestro querido tonto perdido!

Suerte con la matrícula ;)

boly dijo...

Pues sí, me has resuelto todas mis dudas, se agradece mucho. Ahora, el año pasado me comentaron que no se podían coger las troncales de segundo ciclo, pero de ello no estoy seguro (tampoco interesado en cogerlas aun).

Una última cosa, ¿no es necesario tener todas las optativas del primer ciclo para pasar al segundo, verdad? Es decir, llegar aboslutamente limpio a 4º.

Sobre los de LE, creo que leí hará un año que si son cursos raros como chino o japonés no cuentan en la media (apto o no pato), pero que si son transversales u optativas de tu propia carrera, "creo" recordar que si contaban.

Pd: es que secretaría me pilla a una horita de casa... y otra hora si contamos la vuelta =(

boly dijo...

¿Dónde quedo el entusiasmo de antaño? Antes metíais cuatro o cinco entradas mensuales, ¿es que sólo fue una ilusión? En dos sentidos distintos.

Y no me extraña, tal y como habéis puesto a javi (con letras separadas, por cierto) en esta entrada, a cualquiera se le quitan las ganas de decir nada.

Tendré que molestar a Llopis en su blog...

-Alex- dijo...
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-Alex- dijo...
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-Alex- dijo...
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