jueves, 21 de febrero de 2008

Tecnoverborrea: más vale callar que con borrico hablar

Bien es sabido por todos los que conocen la lengua de Cervantes que ésta goza de un rico refranero y de unos prácticos proverbios. Partiendo de la base de la incuestionable sabiduría que se recoge en estas sentencias y con la ayuda de mi querido Wikiquote (aprovecho, además, para declararme fan incondicional del formato Wiki) he encontrado unos cuantos proverbios referentes al tema que me interesa hoy: la ignorancia.

Comenzaré con el más famoso de todos: "La ignorancia es muy atrevida" o, dicho de otro modo, "Nada hay más atrevido que la ignorancia". Aunque el proverbio tiene más años que Matusalén, parece que algunas personas lo olvidan de vez en cuando y, para más inri, no precisamente en los ámbitos más apropiados. El caso es que estos días he podido sentir en mis carnes la verdad proverbial aquí expresada: un par de personajes que ostentan un cargo académico y que tienen el lujo de poder impartir clase y de llenar, por lo tanto, a sus alumnos de brillantes ideas, parecen haber olvidado, efectivamente, lo atrevido del desconocimiento. Esta vez las críticas no irán dirigidas tan sólo al personal de nuestra Universidad de Valencia, sino que estarán inspiradas también por un genial tecnófilo (nótese que es él mismo quien se autodenomina de tal modo) de la Universidad de Barcelona.

Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una clase en la UB donde se estudiaba, o al menos se pretendía tal cosa, la relación entre la cultura, la tecnología y la filosofía. Obviamente, ¡quién si no un tecnófilo podría impartir tal clase! Y, sobre todo, ¡qué mejor momento para jactarse de aquellos que no dominan Google! Y, además, ¡qué gran oportunidad para crear tecnoneologismos y todo tipo de tecnopalabros en esta nueva tecnojerga! ¡Viva la tecnología!

Pero claro, no todo puede ser de color rosa cuando andamos en estos terrenos. Hemos de recordar que estamos ante un humanista, un filósofo, introduciéndose el mundo de la ciencia. No obstante, el mismo profesor nos señaló que gracias a su método humboldtiano (el cual es, según él, el mejor método) se formó ampliamente en física, química y matemáticas. Pero de poco parecen servir estos conocimientos cuando sueltas perlas como "actualmente la información viaja a través de impulsos eléctricos a la velocidad de la luz". Y no, no era una hipérbole; era en sentido literal.

Personalmente, pongo el grito en el cielo ante tales imprecisiones y tal falta de rigor. Quizás el asunto no tendría mayor importancia si esta persona hubiera sido algo más humilde en su presentación. Quizás el hecho de repetir hasta la saciedad su dominio de la tecnología frente a los tecnófobos, aquellos que temen a los ordenadores y máquinas en general, no me ha ayudado precisamente a ser tolerante con él. Un error lo tiene cualquiera, pero alguien que se presenta a sí mismo como el tecnófilo poseedor del mejor método, no debería tener ese tipo de errores.

Pero a veces me ocurre justamente lo contrario. Aquí, en Valencia, hay alguien a quien más o menos aprecio; alguien que no se presenta de esa forma tan altiva, sino de forma campechana, como el rey. No obstante, igualmente ocupa un puesto en la universidad y debido a estar en tan privilegiado lugar considero que debería tener algo más de rigor. Son muchas las clases suyas a las que he asistido y tendría "anécdotas" para estar escribiendo durante un buen rato, pero creo que voy a centrarme en lo ocurrido ayer mismo por la tarde en clase, ya que ha sido justamente lo que me ha movido a escribir esta entrada. Nuevamente, me encontraba en una clase donde se pretendía tender un puente entre la filosofía y la ciencia (en esta ocasión las ciencias naturales). Ante tales planteamientos es de esperar un amplio conocimiento, si no un dominio, de las materias tratadas. El problema viene cuando se define el efecto fotoeléctrico como "cuando la luz rebota sobre una placa opaca, si es que hay placa, al intentar ver la materia en el microscopio electrónico" y, enlazando con el principio de incertidumbre de Heisenberg, se dice que "está claro que necesitamos la luz para ver", en alusión (esperemos) a la problemática de la observación y la interferencia en el estado de las partículas a escala subatómica. Sin mucha más explicación.

Igualmente, explicar la entropía como "desajuste" o "desorden" puede estar muy bien si no se quiere profundizar en el tema y tan sólo se hace una mención de pasada. No obstante, aquí tenemos otro problema cuando tras esta vaga definición alguien se pasa media hora prediciendo la muerte térmica del universo, al más puro estilo profético de Nostradamus. Citando la Wikipedia, <La segunda ley de la termodinámica expresa, en una forma concisa, que "La cantidad de entropía de cualquier sistema aislado termodinámicamente tiende a incrementarse con el tiempo, hasta alcanzar un valor máximo">, y, por otra parte, <En termodinámica, la entropía (simbolizada como S) es la magnitud física que mide la parte de la energía que no puede utilizarse para producir trabajo>. Parece que lo recogido por la enciclopedia libre tiene bastante más rigor y utilidad que lo enseñado en mi facultad (de Filosofía, recordemos, aunque a más de un filósofo natural le dolería en el alma). Sorprendentemente, estas entradas en la Wikipedia son bastante explicativas y técnicas y, a pesar de usar un lenguaje científico, no resultan inaccesibles para el lector no especialista. Y esto me lleva necesariamente a preguntarme: ¿qué es lo que ocurre en las aulas de filosofía? ¿por qué la pifian tanto?

Y es entonces cuando la maravillosa palabra viene a mí: ignorancia. Y es entonces, también, cuando formulo una teoría de mínimos cortiniana, enlazando con el imperativo categórico kantiano (si se me permite): no hables de lo que no sabes. Y reformulo: si oyes campanas y no sabes donde, no hables de lo que no sabes. Y vuelvo a reformular, en versión positiva: calla sobre lo que ignoras. Y hasta me permito la formulación de un imperativo hipotético: si no quieres parecer estúpido y aburrir con tu tecnoverborrea/quantumverborrea, cállate. Aunque finalmente acudo a los antiguos proverbios: más vale callar que con borrico hablar...

¿Y a qué viene todo esto? Simplemente quiero mostrar mi descontento con la falta de seriedad y de rigor existente en este ámbito. Al igual que se exige rigor filosófico y se hacen las distinciones más sutiles para ser totalmente precisos, cuando se trata de temas científicos se debería hacer con el mismo enfoque, con el mismo tacto. No es lo mismo decir trabajo que energía, ni cualquier velocidad que velocidad de la luz. Y puede que estas precisiones carezcan de importancia para la vida de la mayoría de los mortales, pero forman parte de teorías muy elaboradas y complejas que merecen, como mínimo, respeto.

Cada vez que asisto a la perpetración de este tipo de crímenes académicos no puedo dejar de recordar un librito que me gustó mucho y que siempre que tengo la oportunidad aprovecho para recomendar: se trata de las Imposturas intelectuales de Alan Sokal y Jean Bricmont. Sokal y Bricmont son dos físicos que, cansados del mal uso que se da de los conceptos matemáticos y físicos, deciden saltar a la palestra para "desenmascarar" a toda una serie de posmodernos y sacar a la luz todos los errores e imprecisiones de los que sus obras están plagadas. Es muy entretenido de leer y, además, tiene algunas reflexiones filosóficas muy interesantes, como por ejemplo sobre el manido tema del progreso científico.

Quede claro que con esto no quiero comparar la intención de unos y otros a la hora de abordar la ciencia: mientras que los primeros simplemente intentan acercar, de forma bastante desafortunada, algunos conceptos científicos y tecnológicos a la gente de letras, los segundos suelen usar deliberadamente un vocabulario técnico erróneo o impreciso para confundir al público general por gozo y regocijo personal.

Y, para concluir, como muestra contemporánea de expresión oscura filosófica, un botón: "Para que el diálogo deje acontecer la realidad es preciso articular la naturaleza de la movilidad histórica de los interlocutores. Como hemos demostrado [anteriormente], Gadamer explota hasta sus últimas consecuencias la hermenéutica de la facticidad incorporando esta apropiación del conjunto del pensamiento de Heidegger. La radicalidad de una analítica existencial es inseparable de la experiencia humana. Al intentar responder a este nudo de cuestiones se nos ofrece una lógica hermenéutica que limita las pretensiones de la pura conceptualidad." (A. Domingo Moratalla, El arte de poder no tener razón, p. 308, Salamanca, Publicaciones Universidad Pontificia, 1991).

Todo claro, ¿no?

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3 comentarios:

Hermeneutizado por la via gadameriana dijo...

Genial. Hay tantas citas para poner a pié de página...

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Buena disertación, dialógica, crítica, documentada.

Creo estamos poco acostumbrados a pensar analíticamente, a deliberar con rigor, paciencia, profundidad y atendiendo la otredad que habla y una imposible pero necesaria orientación objetiva.

Frecuentamos escenarios políticos, culturales, deportivos en los que nos desenvolvemos por impulsos, por prejuicios, dogmaticamente.

¿Qué fue del ver, juzgar y actuar? ¿qué fue del empirismo, de la capacidad de razonar lo experimentado, de verbalizar lo no visible, por decir algo tan frecuente como irreflexivo en muchos interlocutores?

Tu escrito tiene miga. Y el blog parece muy interesante. Volveré, que me ayudas a pensar y aprendo desde ópticas feraces y a veces distintas.

La ciencia, como las artes, humanidades todas porque nacen y se desarrollan a partir de la inteligencia multiple del ser persona, precisan de menos atolondramiento, superstición, fanatismo, prisas y más cálculo, precisión, contraste, experimentación y reflexión.

La ciencia, sea técnica, físico-quimica, médica, literaria, siempre busca, nunca presupone, siempre horada, nunca impone. Es una herramienta de conocimiento inconcluso, no un fin.

Hablo un poco intuitivamente, por acabar contradiciendo también, por no categorizar rigidamente. Y mi intuición va por ahí y por escucharte en próximos tags y enlaces.

Un abrazo,

Viktor

Adolfo dijo...

Visiten el generador de postmodernismo para entretenerse con verdadera jerga pseudo-científico-filosófica :D

Generador de postmodernismo

Disfruten!